Las perspectivas del Río San Juan van renovando siempre el paisaje exuberante de la zona; los meandros y parajes presentan cada día nuevas maravillas que podían ser, elevados muros de follaje, brillantes cascadas de enredaderas que caen desde ciento cincuenta pies o más para confundirse con la hierba del suelo, bellísimas cataratas de hojas verdes puestas unas sobre otras como escamas de pescados, inmensas murallas macizas de selva virgen, y luego al avanzar mirábamos un nicho vegetal como ventana gótica, con columnas y diversidad de figuras bellas y curiosas”.
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